viernes, 19 de diciembre de 2008

lunes, 15 de diciembre de 2008

DON MANOLO SANTIAGO.

El orgullo de un GRAN CAPATAZ. Por muchos años que estuvo en el mundo del martillo no perdio nunca su ilusión por estar al frente. APRENDAMOS DE NUESTROS ANTIGUOS Y MAYORES.



Video:NONO PALACIOS-La Parihuela.

miércoles, 3 de diciembre de 2008

MI TORERO, DON DAVID CESARO ACOSTA, ZAPATO DE ORO



MORANTE, LA BOHEMIA DEL ARTE


"Yo me quedo con el artista, porque además puede ser valiente, mientras que el valiente difícilmente llega a ser artista"


La suya es una tauromaquia bohemia, con sabor añejo. Tanto dentro como fuera de la plaza, este sevillano tiene más que ver con los matadores del siglo pasado que con el faranduleo taurino de esta época.

— “Se torea como se es”, dijo Juan Belmonte. ¿Puede explicar cómo lo hace usted y así matamos dos pájaros de un tiro?

— Yo toreo con mucha honradez, con mucha pasión y, a veces, con humildad.

— Dicen que la suya es una forma bohemia de ponerse frente al toro.

— Bohemio es aquel que da la vida por el arte, que no es una persona cuadriculada. Es una caja de sorpresas. Y así soy yo.

— También le definen como un matador de otro siglo. ¿Le tachan de antiguo?

— No quieren decir que sea tan viejo. Lo dicen porque toreo de una forma clásica, por cómo me coloco ante el toro y porque llevo una forma de vida como la de antes.

— ¿Qué tenían los toreros de entonces que les falta a los de ahora?

— Más personalidad y más pasión. Ahora todos se mueven por los mismos parámetros, para impresionar a un público menos entendido.

— ¿Ser matador vacuna contra las fobias?

— No tiene que ver, te pueden dar mucho miedo las salamanquesas o las ratas. A mí me ponen delante una serpiente y me entra por el cuerpo una cosa muy mala…

— Hay morantistas, hay tomasistas, hay poncistas… ¿Eso es la idiosincrasia española?

— La variedad es positiva. Unos prefieren el valor; otros, el arte. Yo me quedo con el artista, porque además puede ser valiente, mientras que el valiente difícilmente llega a ser artista.

— ¿Qué le da más satisfacciones, torear o un buen habano?

— El toreo, aunque algunas veces me fumo un puro entre toro y toro, para ambientarme. Eso es lo máximo.

— ¿Cómo se lidia una crisis económica?

— Toreando poquito y en los sitios buenos. Se ha despilfarrado, no ha habido respeto por el dinero y ahora lo estamos pagando.

— ¿Se atreverían nuestros políticos a pasar más allá de la barrera para ponerse frente a un toro?

— Saldrían para dejarse ver, pero lo más despegados posible del toro.

— ¿A qué torero le dedicaría sus versos hoy Federico García Lorca?

— Desde luego, espero que a mí no me escribiera eso de “A las cinco de la tarde…”. No puedo responder a esa pregunta, porque no quiero alardear de nada… Pero tú eso lo sabes, ¿para qué me lo preguntas entonces?

—A esta piel de toro que es España, ¿le falta un poco de casta?

—Puede ser, nos hemos europeizado demasiado. Estamos perdiendo nuestras raíces y nuestra cultura, ahora estamos rodeados de centros comerciales.

—¿Cómo le explicaría a un noruego qué es torear?

—¿Y por qué se lo tengo que explicar? Es como si le pregunto a un indio por qué se pone la pluma en la cabeza y se pinta la cara. Me dirá el indio: “¿A ti qué te importa?”. No me considero capaz de explicar con palabras lo que es el toreo. Lo mío es explicarlo con el cuerpo en la plaza.

—Adrien Brody protagoniza una película sobre Manolete ¿Quién haría bien de Morante de la Puebla?

—Adrien Brody desde luego que no. Es muy buen actor, pero tiene un físico que… vamos, que es igual que Manolete. Me gusta mucho cómo actúa Javier Bardem, pero no tiene tipo de torero, es un poco basto. Así que… ¡yo qué sé, que lo haga Paz Vega, que es muy guapa!

Entrevista extraída de Interviu

viernes, 21 de noviembre de 2008

lunes, 17 de noviembre de 2008

AYER Y HOY...


(VIA: Javier García)

EN HONOR A TU ANIVERSARIO FUNDACIONAL

(Via: Moe de Triana)

DE VUELTA A CASA




El Gran Poder salió del cuadro


ANTONIO BURGOS Lunes, 17-11-08


Luz antigua. De reverbero de farol de gas. De quinqués en los salones que dan a estos cierros. De candiles de aceite en las cocinas que se asoman a estos ocultos patinillos de verdina. De pronto, en la calle Miguel del Cid se hace el silencio. ¿En qué tiempo estás? ¿En qué hora? En el tiempo de siempre. A la hora exacta del corazón de la memoria y de la memoria del corazón. Avanza la vieja y dorada cruz de guía, la de los instrumentos de martirio de la Pasión, la que tú conoces tan bien de tantas madrugadas, la de la luz de aquel farol que aún te alumbra. Vienen los hermanos. Viejas medallas con el cordón morado. Las medallas que tantas madrugadas ocultó un antifaz por la calle Francos, por la plaza del Salvador, por Cuna en el parón de los Gitanos, cuando la noche había echado a freír en el perol de los puestos de calentitos la nazarena pescadilla que se mordía la cola por donde La Veneciana sacaba sus mejores espejos para que se reflejara el verdadero rostro moreno de Cristo.
Viene la hermandad. Los señores de la hermandad del Señor. Las señoras del Señor, con su medalla al pecho, colgada de una planchadísima y ancha cinta morada. La Sevilla señorial del viejo dicho, la de los hidalgos que ocultaban su ruina tras una ejecutoria guardada en estas salas de la planta baja, tan húmedas, con su zócalo de azulejos y su estrado isabelino: «De La Magdalena a San Vicente, se come solamente».
Cera color tiniebla. Caras que nunca viste, ocultas por el antifaz, pero que adivinaste tantas madrugadas por Castelar y Molviedro, ahora serias, inexpresivas. Tan de cera, tan tiniebla como el cirio que portan. Ni una palabra. Acaso, un gesto de saludo, una iniciática señal con los ojos, más cerca del «in ictu oculi» mañaresco que de la pompa y vanidad de saberse siervo del Señor. ¿Cuántas madrugadas están pasando ante ti en el andar trabajoso de estos viejos hermanos, los que salieron con el Señor de San Lorenzo, los que lo acompañaron de niños cuando fue a la Catedral porque había terminado la guerra, y marchaban tras Él todos los velos de blonda de todas las madres de todos los soldados que habían vuelto vivos de todos los frentes, y los mantones de luto, ay, de las que parieron a los muchachos que se fueron a Teruel o al Ebro y nunca volvieron? Ves las caras de estos hermanos y adivinas una vieja cofradía de San Lorenzo más cercana entonces de Fray Diego de Cádiz que de la nueva basílica.
Y en esto, como en un sueño, entre el incienso del silencio o el silencio del incienso, aparece por la esquina de Baños el mismísimo Gran Poder de Dios. Viene el Señor del convento de las Capuchinas, como el padre que se ha ido a vivir con una hija mientras le estaban haciendo obras en su casa. Padre de la Creación. Padre de la noche y del silencio de Sevilla. Padre de este viejo barrio de consultas de médicos, de bufetes de abogados, de habilitados de clases pasivas. Lo traen los hermanos sobre unas andas. No trae Jesús el paso acompasado, como torero, de pata alante, con que va hacia el monte Calvario todas las madrugadas, sobre el racheo de las alpargatas de los costaleros. No se oye más racheo que el latir de los corazones. Las lágrimas de emoción no rachean el paso.
El Señor viene sin su zancada. ¡Qué señor viene el Señor por el barrio de los señores! En su hieratismo, más sagrado que nunca. No se le mueve una espina de la corona de la sierpe. Ves su túnica bordada, tan estática, con tanta sensación de pesantez, y evocas de golpe todas las viejas estampas, todos los grabados de las salas y alcobas, todos los cuadros de todas las cabeceras de todas las camas. El Señor viene de grabado antiguo. De cuadro de casa de tu familia. Avanza, pero no anda, porque esta noche en que lo ves en la calle Miguel Cid, o en las barreduelas de tu memoria, es el mismísimo Gran Poder ante el que rezó tu padre, ante el que rezó tu abuela, ante el que rezó la sangre que se te pierde en el tiempo. El Gran Poder de los cuadros, con su vieja túnica bordada.
La otra noche, en la calle Miguel del Cid, yo vi andar al mismísimo Gran Poder que de niño tenía en el cuadro de la cabecera de mi cama. El Señor, tan señor con esa túnica, había salido del cuadro que estaba en todas las casas y en todos los corrales de Sevilla.
(vias: Arte Sacro, Los Bocoy de Pepe, Pasión en Sevilla)


miércoles, 29 de octubre de 2008

CAPATACES DE AYER, ORGULLO DE HOY.



Los capataces Paco Reguera y Manolo Villanueva visitaron anoche el plató del programa “Semana Santa de Sevilla”, de Sevilla TV.
Ambos repasaron los temas más candentes de la actualidad del mundo del costal y también tuvieron un recuerdo para sus maestros. Manolo Santiago, Rafael Franco, Salvador Dorado “El Penitente”, Rafael Ariza… fueron algunos de los nombres que se pronunciaron como buques insignias de los capataces de Sevilla.



La Semana Santa de…
Manolo Villanueva: Amargura y San Roque, Santa Genoveva y Santa Marta, San Bernardo, Cigarreras, Gran Poder y Servitas.
Paco Reguera: Dulce Nombre de Bellavista, Redención, Cerro del Águila, Cachorro y Consuelo (Cantillana)



Diferencia entre costaleros profesionales y hermanos costaleros. Manolo Villanueva sostuvo que “el costalero, cobre o no cobre, es profesional”, en reconocimiento al buen nivel que existe hoy en numerosas cuadrillas. Bien es cierto que “antes, un chaval con 14 años estaba plenamente desarrollado porque trabajaba en el muelle o en el mercado, haciendo trabajos físicos y ahora yo no me atrevo a echarle kilos a un chaval de 16 años”.
Paco Reguera defendió a los actuales costaleros que “no dejan de ser una continuación de lo que había antes”. Incluso, ahora “hay mucha más gente dispuesta a salir de costalero”. Sobre si constituyen o no un grupo de presión, Reguera reconoció que “una hermandad no puede implicar sólo a los costaleros cuando hay elecciones”.


Demasiados auxiliares alrededor de un paso. En opinión de Manolo Villanueva, se puede mandar un paso con cuatro o cinco personas, sin necesidad de más. Paco Reguera lo ampliaba hasta los cinco o seis. En cualquier caso, ambos aseguraban que, normalmente, van siempre más de los que son suficientes. “Muchas veces, cuando los costaleros dejan el costal, se quieren incorporar como auxiliar para seguir en el equipo”, argumentaba Villanueva.



Cofradía compartida. Ambos saben lo que es mandar en una cofradía entera o en un solo paso. En este sentido, se está imponiendo con fuerza el hecho de que un equipo de capataces comande un solo paso de los dos que suele tener la cofradía en la mayoría de los casos.
Manolo Villanueva aseguró que es mejor ser capataz “de una cofradía entera” que de un solo paso mientras Paco Reguera aseguró que, personalmente, no le afectaba una circunstancia o la otra para el desarrollo de su trabajo.



Los raíles del tranvía.Las dificultades que ofrece los raíles del tranvía, como antaño, es un asunto que preocupa, especialmente, a Paco Reguera que los sufre, cada año, con la Hermandad del Cerro en la calle San Fernando. “Lo que no entiendo – dijo – es porqué se le ha dado solución en la Avenida, colocándole unos tubos de silicona y eso mismo no se hace en la calle San Fernando”.


Formas de andar del Gran Poder y Redención. Manolo Villanueva es de la opinión de que el Señor del Gran Poder, con su equipo de capataces, “no ha cambiado la forma de andar. Quizá, algo más pausado porque yo entendía que lo necesitaba, pero manteniendo la misma forma de andar”.
Por su parte, Paco Reguera habló de la forma de andar el paso en la salida extraordinaria del Señor de la Redención. “Entendíamos que el paso debía ir sobre los pies. Estaba muy amarrado el hecho de que no se andara como el Lunes Santo. Hubo que cambiar el chip”, aseguró.



Pasos atrás y otros recursos. Manolo Villanueva fue contundente cuando aseguró “respetar pero no compartir” el hecho de que un paso ande hacia atrás. No obstante, aseguró que “es mucho peor la que lo intenta imitar y le sale de aquella manera”. Por su parte, Paco Reguera dijo que lo importante era que cada cofradía mantuviera su sello.



Peor momento. Paco Reguera comentó la anécdota de la salida accidentada del paso del Señor de la Redención, hace dos años, cuando las ramas del olivo no permitieron la correcta salida del Cristo. “Ha sido un mal momento pero peor fue el aguacero que nos calló con el Cerro por la calle Afán de Rivera o con la Redención cuando íbamos por Francos hace unos años”.



Costales de fantasía.Un tema recurrente cuando se habla de estética es el hecho de que los costaleros luzcan sus costales con telas llamativas y poco acordes con el estilo de la cofradía. Manolo Villanueva aseguró que no era un asunto que le preocupara y que lo importante era que el costalero hiciera bien su trabajo. Por su parte, Paco Reguera compartió la decisión de muchas hermandades, de crear una normativa que regule la estética de los costaleros a la hora de lucir el costal.

(via Pasion en Sevilla)

LA CUADRILLA DE LA PUERTA OSARIO EL DIA DEL DEBUT DE MANOLO VILLANUEVA.



(Via La Gente de Abajo)